martes, 6 de abril de 2010

Tres impresiones (para nada impresionantes)

El delirium tremens es interminable. Parece que la Doxoadicta no puede terminar de expulsar toda la sustancia tóxica que invade su masa encefálica. Una tarde le pegó la melancolía, reacción realmente extraña en pacientes que presentan semejante cuadro de adicción. Nosotros se lo tiramos, ustedes, mastíquenlo.


*Los enfermeros del Centro de Rehabilitación


Tropinsomnio

Esa cumbia que se aleja en un anochecer de feriado… nostálgico y fastidioso a la vez, el efecto que me causa. Se funde en el eco del acordeón predecible, mientras el viento lo empuja lejos y los grillos le ponen letra de otoño.

Pero su promesa de silencio se estanca a medio camino: queda, parada en el horizonte de luces anémicas, a la espera de que se le sume el repiquetear de tamboriles rezagados. Y va dejando una estela de calma, tan sospechosamente simple, que no puedo dormir.

Box shaped heart

Aunque cien veces insistí, jamás me reveló su contenido. Pobre ilusa, yo, que conjeturaba fotos, cartas, y boletos capicúas bien almacenados, con toda la pompa y circunstancia que merecen esos tesoros invaluables.

Cuando murió, en vano busqué saciar la curiosidad en cajones, muebles y entre la estopa raída de la almohada. Se había esfumado.

Hasta que un mal día, la garganta de Kurt vomitó la revelación, la conclusión obvia que desde siempre me buscó: ese objeto era su corazón, con forma de caja.

Pathétique

Si el cielo amarillo hace un efecto inverosímil sobre los cuerpos. Si la vista es demasiado mágica para ser real. Si la parra en el patio de la casona en ruinas. Si no hay música perfecta para la ocasión. Si el retrato en sepia. Si es imposible recordar el aroma. Si el benteveo a la tardecita. Si la muñequita en el ataúd. Si el papel amarillento. Si las manos heladas. Si el tiempo lineal. Si (sólo) intuyo que viví.