lunes, 19 de octubre de 2009

Puro cuento I (True colors)


Sí, sí señores. Ya lo hicieron Xuxa, Madonna, y Araceli González; ahora es mi turno de publicar cuentos para los locos bajitos. ¡Alegraos, enanos del Hospital Roballos, pues ya tenéis quien os escriba! ¡Provecho!



No esperaba al Príncipe Azul, ni tampoco lo quería. Era engreído, estúpido, y demasiado apuesto; una presa fácil para las Cortesanas Jade que acechaban en cada rincón del palacio. Además, todos sabían que desde su infancia, su destino estaba ligado al de alguna Princesa Rosada.
Tampoco le gustaba el Rey Rojo, machote, violento y burdo, que recorría el reino en busca de mujeres de todos los colores, para saciar su apetito carnal y afirmar así su dudosa hombría.
Detestaba al Mariscal Verde, que escondía su entrecejo fruncido bajo un yelmo intimidante. Un déspota al servicio de otro déspota, cruel, insensible, sin imaginación.
El casto Sacerdote Blanco estaba fuera de su alcance, pero nunca le había despertado interés, de todos modos. Además, le resultaba hipócrita; más que blanco, lo veía manchado de amarillo.
El Bufón Anaranjado la hacía reír, pero nada más. No se podía hablar en serio con él; y el color naranja le resultaba demasiado chillón.
La Condesa Violeta se le había insinuado la otra noche en un banquete, pero ella la rechazó amablemente. No era ese el color que buscaba, tan similar al suyo.

Nadie en el reino sabía a quién le regalaría su corazón la Dama Índigo. Es más, nadie lo había visto jamás, ya que lo guardaba en un cofre, oculto en una torre situada en la cima de la Montaña Marfil; la joven tenía miedo de que alguien se lo robara, por eso lo escondió en un lugar casi inaccesible. Índigo reservaba su corazón para algún Caballero Dorado o de cualquier color que no figurara en el arco iris.
Una inesperada tarde de tormenta, apareció en el palacio un Juglar Gris, llegado desde la Comarca Recóndita. El joven traía cuentos, relatos y canciones de otros reinos por los que había peregrinado. Las demás muchachas no parecían reparar en el joven melancólico, pero la Dama Índigo (por algún motivo que ignoraba) se quedó prendada de aquel plebeyo, y decidió que le daría su corazón.

Esa misma noche, la Dama se acercó al Juglar; le confesó sus sentimientos y le pidió que la esperara un tiempo, ya que tendría que emprender un viaje largo, en busca del corazón oculto. Él la besó y le deseó buen viaje.

Continuará…

3 comentarios:

  1. Ay ay ay Actis. Qué pasará?? Qué carajo es el corazón oculto?? Qué pasa cuando mezcla índigo con gris?? Ponga la segunda parte de este policrómico cuento!!

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  2. Me encantó!

    Quiero segunda parte!
    Quiero más princesas a las que les chupen un huevo los príncipes azules!!!

    Adórola Actis, por escribir este cuento...

    Besotes
    Nati.-

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  3. Celebro este espacio Actis!!! Siga siga. Aca estare pa leerla.

    Espero con ansias la segunda parte del cuento! (y mire que "ansias" se cansa rápido, eh)

    Un abrazo.

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