lunes, 19 de diciembre de 2011

Doxoadicta responde

A continuación, extractos de la entrevista donde la señorita L responde a todo lo que sus fans siempre quisieron preguntarle, pero no se animaron por temor a que los empale. Podés leer la entrevista completa en “Diario de una adicta” de enero, disponible a partir del año que viene en todos los quioscos de Paranó (opcional con tu compra de un kilo de Bubaloo de Uva).

-Hola L, ¿cómo andás?
-En cuatro.
-¿Te parece si arrancamos con la interviú?
-¡Por favor, que no tengo todo el día! (frunce el entrecejo)
-Ok. La primera pregunta de tus fans: ¿Cuál es el secreto de tus comidas?
-De la ensalada... dejarle las semillas de limón. Me gusta darle un factor sorpresa al comensal. Y de las otras comidas, no lavarme las manos antes de preparalas (poker face).
-¿Cómo hacés para que la gente te vea bonita todo el tiempo?
-Mucha gente me para en la calle y me pregunta eso. Y yo les respondo: cuatro vasos de sal de uva a la madrugada, dos gotas de alcohol en los ojos por la mañana, 300 sentadillas a la tarde y una buena mascarilla de bosta de caballo antes de dormir (se rasca la nariz).
-¿En serio, funciona?
-Of course. Y si siguen la receta al pie de la letra, quedan tan atontados que cuando me ven llegan a confundirme con Scarlett Johanson. Lo recomiendo, por mi propio bien (risitas macabras).
-¿En qué te basás a la hora de escribir?
-En las cosas que me rodean, básicamente (bosteza).
-Por lo que leo, tenés una vida bastante mediocre, entonces.
-Eh... prefiero la palabra “simple”.
-¿En qué sabor de helado te gustaría reencarnar?
-Kinoto del cielo.
-¿A qué edad dejaste las drogas?
-¿Dejé?
-¿Qué personas o personajes son tu modelo a seguir?
-Aunque trate de evitarlo, voy tras los pasos de Zulma Lovato. Pero no es fácil, hay que tener huevos para eso (se ríe sola a carcajadas de su chiste burdo).
-¿Tu color preferido?
-Hay dos: el kaki y el beige.

Sigue en página 5.

martes, 13 de diciembre de 2011

Biutirrest


El viento embaraza la cortina y ella me roza los pies con su cuerpo hilado grueso, pariendo desesperadamente todos esos hijos del aire. Los recién nacidos se arremolinan en mi cuello, en mis brazos, pasan debajo de las rodillas. No dejan de llegar -ya perdí la cuenta-, y son todos iguales, pero cada uno me sopla un recuerdo distinto: algunos mezclados con el futuro, otros que quizás inventé. El aire fresco adorna las ideas, y el celeste luminoso me hace feliz en los ojos. Las siestas marinas son escasas en este litoral; es un desperdicio dormir. Mejor sentir esos violines perfectos, soñar con las olas, respirar el perfume que dejás en la almohada, y abarajar los rayos de sol que se cuelan con cada bebé.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Axetivia

Ellas piden yogurt a gritos para acelerar sus intestinos.
Ellos ruegan por un milagro a San Axe, para no quedarse solos con su alma y su cebolla.
Ellas quieren que Mr. Músculo les de bola: “¿No gusta pasar a tomar una tacita de café?”. “Debo irme”.
Ellos quieren que una modelo entangada les de un beso de lengua mientras siguen cultivando sus panzas chopperas.
Ellas esperan que en Fox dejen de pasar publicidades de Chanel N° 5 y otros perfumes que valen más que su aguinaldo.
Ellos disfrutan que la misma cadena de TV les refriegue autos a los que nunca podrán subirse.
Ellas mandan “anorexia” al 2020 para saber cómo llegar esqueléticas al verano.
Ellos mandan “ano” al 2020 para que una máquina le haga los carpinchos vía SMS.
Ellas toman Terma con sus compañeras de mamis hockey.
Ellos toman Chivas Reagal con sus amigotes del polo club.
Ellas quieren que la vida sea más light.
Ellos quieren excesos.
Everyone is empty inside.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Conversación civilizoide

-¿Sabés qué? Tu exceso de nostalgia sí molesta. ¿Querías saber qué me pasa? Bueno, ahí tenés lo que me pasa. Cambiá tu colección de Playmobil por un poco de madurez y después hablamos.
-¡Y a mí me tiene las pelotas por el piso tu madurez!
-¡Ohh, qué derroche de creatividad! Touché.
-¿Mi qué?
-Por favor, decime que esa pregunta fue capciosa.
-...
-¿Y?
-Andá a cagar.
-Pará, pará. En serio. ¿Qué fue lo que nos vimos? Es más, qué fue lo que nos volvimos a ver. Porque en este momento no se me ocurre nada.
-Jeje, yo te vi y te volví a ver las t
-AAAHHHHH. Cieeerto, ahora me acuerdo. Tu cerebro fue lo que más me atrajo.
-Jejeje.
-Sí, desde acá veo que se asoma por tu lobotomía. Y otra cosa: te voy a pedir que no me “jejees”. Te podés reír con ja, y hasta te acepto un jo muy de vez en cuando. Pero el je es algo que no voy a tolerar.
-Vos sos la intolerable.
-Basta, por favor. No seas tan creativo.
-Jejeje. ¿Te enojaste?
-Te juro que si yo fuera un zombie hambriento, vos te salvás, Pinky.
-Ja – ja. Qué chistosa... Vení [chuik chuik].
-[#%”!]
-Me gusta hacerte enojar.
-Dejame. En serio...
-[chui...]
-¡Basta! YO te dejo.
-La puta madre. La verdad que no te entiendo.
-La verdad es que no sabés leer señales básicas. En este momento toda mi cara es un stop.
-Ya no se qué es lo que tengo que hacer. Todo te enoja, nada de lo que hago está bien.
-Mirá, me cansé de tirarte tips y no me gusta tener que ponerme en sargenta. Las cosas son así, somos incompatibles. Ya la primera vez fue así.
-Yo nunca te recrimino nada.
-Y bueno, ahora es tu oportunidad.
-...
-¿Y? ¡Dispará, dale!
-Andá a cagar.


[The End]

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Cosas que pasan (especialmente, a mi)

Mi costado monomaníaco, aunque infrecuente, suele ser heavy. Cuando se me mete una idea en la cabeza no puedo concentrarme en lo que tengo que hacer; hasta que no consigo expulsarla de mi mente, olvido las demás cosas que me rodean. Como ese día en que se me ocurrió preguntarme cuántos pedos se habrían tirado en la silla mugrienta del trabajo, y me pasé casi seis horas haciendo fuerza con los muslos, tratando de despegar aunque sea un poco las nalgas del asiento. Resultado: un dolor insoportable en las extremidades inferiores, una jornada laboral mediocre, y una sensación de asco exagerada que podría haberse evitado. Pero lo peor fue que una sola idea se acapare mis pensmientos.
Lo que me sucedió hoy tiene que ver con eso: esta tarde iba caminando enmimismada y un poco decepcionada tras malgastar cuarenta y cinco minutos de mi valioso tiempo en un outlet de zapatos donde cada artículo estaba verdadermente out. De repente, el ruido de los autos se acalló, las sombras de los árboles dibujaron siluetas idílicas en la vereda y el viento suave arrastró un perfume que me recordó la adrenalina del primer beso. Ahí estaba, el hombre más hermoso que he visto en los últimos... tres días.
El tiempo se detuvo para que le pueda sacar una radiografía completa, amparada detrás de mis benevolentes lentes oscuros: un metro ochenta, cabello castaño claro al estilo James Dean, remera blanca ajustada, piel mate perfecta, ojos ámbar y una espalda que para poder abrazar debería agregar veinte centímetros a cada uno de mis brazos.
En ese momento sólo podía pensar “¿De dónde saliste? ¡Estás viniendo en mi dirección! ¡Qué bueno que hoy me puse esta camisola! Pero vos, tan hermoso... Espero que te guste comer afuera, ir a recitales, escuchar musica clásica y discutir sobre todo. Si es así ya me puedo morir, fui testigo ocular de la reencarnación de un dios que destila Acqua Di Gio. Pero seguís caminando en mi dirección. ¡Y ahora sólo nos separarán unos inverosímiles 20 centímetros de aire!¡Gracias a la vida que me bañé, y que me volví a bañar en perfume cítrico antes de salir! I'm such a sexy bitc['split']FFFFFUUUCCKKK MYYYYY AAASSSSS! ¡¿Pero cual habrá sido el perro hijo de perra que vino a cagar justo por donde yo tengo que pasar para encontrarme con el candidato a padre de Sofía Elena y Tomás, mis futuros hijos?! Aggghhhh”.
Sí, señores, una sola idea fija me obnubiló, haciendo que mi pie derecho -el más rápido esquivador de heces jamás visto- termine enchastrándose en la más vomitiva pila de excremento canino. Y, paradójicamente, recién venía de un frustrado intento de comprar zapatos, por lo cual no pude cambiarme. Y con esa inmundicia no podía entrar en otra zapatería. ¡Qué ironía la vida, Mirna!
Y todo por babos-digo, obsesiva.

lunes, 24 de octubre de 2011

Razones para temerles a los truenos

Está bien conservar ese infantil terror a los truenos, porque anuncian cosas; como que se va a ir la luz, que un rayo fecundó a la madre tierra, que se acerca el diluvio universal.
Pero, sobre todo, sus rugidos son mil maneras de decir un solo insulto y una sola verdad: que somos insignificantes. Tan minúsculos, que sus gritos ensordecedores no van dirigidos a nosotros, aunque aspiremos a ser ombligos de dios. Los truenos, simplemente, son. Y eso es lo que más asusta; quizás nosotros también, simplemente, somos.
No hay para, por, ni hacia. Hay seis mil millones de basuritas apiñadas en un geoide, flotando a la deriva en la garganta de un titán. ¿Cómo no tener miedo? ¿Cómo ahogar el llanto cuando la saliva del gigante azota nuestra ventana? ¿Cómo saber si hoy no nos va a devorar? A él le importa un bledo. Me gustaría ser ese bledo.
En tormentas como esta, me tienta la idea de asomarme a la vereda blandiendo una vara de cobre y esperar que alguna centella me fulmine, antes que terminar en el estómago del universo.
Pero apenas los gritos se acallan, apenas la saliva se seca, me olvido. Vuelvo al mundo virtual, a preocuparme porque no se hayan dañado los electrodomésticos, a elegir la ropa que vestiré mañana, a preguntarme si te voy a encontrar un día. A darte importancia cuando no sé si existís.
Por eso está bien temerle a los truenos. Son muchas -y buenas- las razones para tenerles miedo.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Extraña coincidencia (My favourite things)

Gatos con bigote, paquetes de papel marrón atados con piolines e inviernos plateados que se derriten en la primavera.
I'm not a believer, but at these blue hours, my mind takes the same refuge as the singin nun. I'm corny. So what?

My favourite things (from "The sound of music")

Raindrops on roses and whiskers on kittens
Bright copper kettles and warm woolen mittens
Brown paper packages tied up with strings
These are a few of my favorite things

Cream colored ponies and crisp apple streudels
Doorbells and sleigh bells and schnitzel with noodles
Wild geese that fly with the moon on their wings
These are a few of my favorite things

Girls in white dresses with blue satin sashes
Snowflakes that stay on my nose and eyelashes
Silver white winters that melt into springs
These are a few of my favorite things

When the dog bites
When the bee stings
When I'm feeling sad
I simply remember my favorite things
And then I don't feel so bad

jueves, 6 de octubre de 2011

Los hombres que no entendían a las mujeres

La frase debería ir en tiempo presente pero, como soy re pizpireta le hago un guiño al best seller para enganchar al lector. Y más les vale a los de la Cosmopolitan que no me la vayan a utilizar para titular alguna nota pedorra, que para eso estoy yo.

Pero, volviendo a lo que nos compete (los hombres que no ententienden a las mujeres), hay un grupúsculo de caballeros que me está empujando a creer que ellos (no todos) son de Marte y nosotras de Playboy. Digo esto porque en repetidas ocasiones en las que tuve encuentros cercanos del tercer tipo (acá va mi cara de vivaracha haciendo otro guiño y un gestito de idea), además de parecer que hablábamos en otro idioma, me dio la impresión de que los marcianos se pensaban que yo era una conejita y que, por ende, obraría en consecuencia. Pero, ante mi negativa, se mostraron sorprendidos, desencajados, ofuscados, anonadados, constipados.

Afortunadamente, fueron pocas las situaciones en las que me topé con malos entendedores, la mayoría de las veces no hicieron falta demasiadas palabras para estar en sintonía. Pero cuando no hay comprensión del otro lado, una tiene que poner el switcher en Modo Sargenta: Activado. Algo que, paradójicamente, confunde aún más a los-hombres-que-no-entienden-a-las-mujeres.

Si algún integrante de ese grupito me está leyendo, le doy un pequeño consejo que puede servir como primer paso para abandonar esa secta y pasar a una instancia superadora: nosotras no somos iguales a ustedes, ni psíquica ni anatómicamente. Es por eso que no nos gusta lo mismo, y eso no debería sorprenderlos. Nadie dice que tienen que nacer sabiendo, pero si sólo afinan el oído un poquito, podran escuchar ese “no, no, no, NO!” que a veces solemos darles como señal de disgusto y dejar de hacer lo que están haciendo. Basta de percibir “síes” camuflajeados, Arjona no sabe un carajo.

Bueno, dado que falta poco para el fin del mundo, vayan a ponerlo. En práctica. Mejor me callo. Chau.

martes, 27 de septiembre de 2011

Espiral

Soñé otra vez con tu espalda de piedra. Pero esta vez me sangraban los labios, ya no besaba el mármol del David, sino las rocas ásperas de Purmamarca. Entonces recordé los motivos por los que te había olvidado; y entendí -nuevamente- que la experiencia siempre llega tarde, y que raramente la usamos después.

Volví a tropezar con la misma piedra. No fui capáz de patearla lejos, con furia. Me levanté y seguí caminando, como hago siempre, dejando un caminito de guijarros, pero contando los minutos que desperdicié al encontrarnos. Y en algún punto te perdiste en mi cuenta, quedaste al final de la lista negra. Tus caras se fueron difuminando, tu perfume se mezcló con el aromito del patio; tu voz es un suspiro de ultratumba. Tu espalda, Purmamarca.

Soy muy buena olvidando cuando me lo propongo, y eso es malo: quizás algún día te vuelva a encontrar, no te reconozca, y todo vuelva a empezar.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Mozar' e' un genio (entusiastas de lo reputado)

Ayer llegó la primavera y hoy estaba por homenajearla lavando la mierdilla que un pajarillo atinó en mi ventanilla. Pero como amenaza con llover -y no tengo ganas de lavar nada- me senté a escribir. Bah, a quejarme por escrito, para variar.
Y acá va mi queja: me molesta la gente que sólo adhiere a las cosas previamente consagradas, o a las que “tienen más prensa”. Para dar un ejemplo, un entusiasta de lo reputado siempre dirá que su cantante de tangos preferido es Carlos Gardel. Compositor: Mozart (a secas, porque probablemente ignore que se llama Wolfgang Amadeus; sin mencionar que pareciera que los compositores son una especie surgida y extinta en el llamado período clásico). Artista plástico: Picasso. Científico: Ainstain. Flor: la rosa (roja). Prócer americano: San Martín (aunque no sepa cuál fue la importancia de la batalla de Maipú). Sabor de helado: chocolate (sin mencionar una variante siquiera). Actor: Robert De Niro. Frase de película: “Tres empanadas para dos personas”. Corrupto más detestado: Carlos Menem.
La lista puede ser más larga, pero ya es suficiente. Con esto no estoy diciendo que no nos pueda gustar lo célebre o algunas cosas que suelen ser banderas clavadas en lugares comunes, pero hay personas que no ven más allá de eso, porque en el fondo desconocen sobre el tema y no quieren reconocerlo; o bien porque buscan -y creen que hallarán- la aceptación inmediata.
Descubrí que un par de personas de mi entorno siempre optan por lo seguro, porque así dan por sentado que no les van a preguntar acerca del tema. Un día estaba aburrida de hacer la vista gorda, y cambié mi habitual “ah, sí. A mi también me gusta” por un “¿ah, sí? ¿Y qué obra es la que más te gusta?”. Y adivinen lo que pasó... me cagó. Pero tampoco repregunté. Esta vez acertó, pero la próxima lo voy a hacer pisar el palito, y ustedes se enterarán por esta via. Yo se que no sabe.

martes, 13 de septiembre de 2011

Pequeño evangelio (yellow day)

Tuve que escribir porque no podía dejar pasar que el día esté amarillo y haya cosas fuera de lugar. Es sacrílego olvidar que se descubren hechos inesperados y uno revive para contarlos. Si el viento libera a las bufandas de tener que oprimir cuellos, la cola del banco es divertida, la mugre dibujó una paloma en la ventana y me sentí feliz, es porque desperté. Sería egoísta no compartir la buena nueva: que las cosas por fin vuelven a estar donde nunca las dejaron. Y que eso es poesía; y darse cuenta, la locura. Ver que alrededor las cosas se mueven, se salen, se saltan de lugar, aunque los ciegos se empeñen en llamarlo delirio. Comprendí que “de poeta y de loco” es una redundancia. Que, además de la máquina de coser, la mesa de disecciones y el paraguas, hay tresmildoscientosochentaycuatro encuentros fortuitos posibles. Lo bello es un patrimonio que la humanidad se resiste a aceptar. Yo me hice cargo de un poco.


domingo, 11 de septiembre de 2011

Me suena (como uña y pizarrón)

Hoy me la agarré con Shakira. No pregunten por qué, simplemente soy arbitraria. Su voz me tiene cansada y sus letras posteriores a ¿Dónde están los ladrones? no me gustan. Así que me acordé de algunas canciones de su autoría, cuyos fragmentos -y las impresiones que me suscitan- comparto aquí con ustedes.


1) "Suerte que mis pechos sean pequeños y no los confundas con montañas".
(Suerte - Shakira)
Ajá. Me suergen algunas preguntas: ¿Cómo alguien confundiría pechos con montañas? ¿Y cuáles serían las consecuencias de tal confusión? ¿Podría ser que tu chico se calce los borcegos, te pisotee las tetas y se ponga a cantar cual tirolés en los Alpes?


2) "Tengo tacones de aguja magnética/ para dejar a la manada frenética"
(Loba - Shakira)
Eureka! Encontraste dos esdrújulas y supiste acomodarlas sintácticamente en una frase. ¡Felicitaciones, sacaste un 4 en composición! La próxima podrías incluir también algún atsibo semántico.


3) "Tú tienes pila y loco haciendo cola/ Mira palomo metio en lio/ Y tu me quieres atracao ahí, ratata"
(Rabiosa - Shakira)
Ok. Si alguien se acerca en la calle y dice eso, me limitaré a contestarle 'nou habla spaniiol' y luego saldré corriendo.


4) "Ya sabes que estoy de ti vacunada/ a prueba de patadas"
(Te aviso, te anuncio - Shakira)
Epa! Digno de Arjona. Me quedé sin palabras. Yo también renuncio.


Si voy a escuchar a una loca, prefiero que además sea una genia. Salud!

jueves, 1 de septiembre de 2011

Monólogos de la vainilla (derrapes semióticos)

Cuando desayuno, mi cabeza funciona a mil por hora, derrochado creatividad y buen gusto. Soy tan ocurrente... que dan ganas de pegarme. Ayer temprano, al mojar la vainillita en la leche, tuve una epifanía: vainillita es un diminutivo de otro diminutivo, vainilla, que refiere a una vaina pequeña. Y pensé, cuan Libro Gordo de Petete, "la vaina es la cubierta protectora de la espada".

Pero mi reflexión filosa no quedó ahí; sin saber muy bien con qué ojetivo, recurrí a la fuente de conocimiento a la que recurre el intelectual moderno -me refiero a internet, claro- y allí encontré que "la palabra vaina viene del latín vagina". El resultado de la investigación: un shock de asco. Después de eso, y al recordar la textura de las vainillas embebidas en leche retozando por mi paladar, fui derechito a gombitar.

Pero, hablando un poco más en serio, entendí más claramente el hecho de que la vagina siempre ha sido comparada con cajas (cajeta, por ejemplo) o receptáculos, tal como se comprueba en algunos nombres vulgares del conducto genital femenino. En latín, así como el pene era llamado espada, la vagina venía a ser el espacio donde los señores tenían que enfundar. Es decir, la vagina siempre es en función del pene, como un accesorio, un estuche para sus celulares con vibrador.

Harta de indignarme por todo, decidí cambiar la estrategia. En lugar de salir a pelear contra molinos de viento, decidí dar vuelta la situación: de ahora en más, decreto que no existe la penetración, sino que existe el cubrimiento. O sea, la vaina cobra vida propia y decide cubir a la espada antes de que haya un derramamiento de sangre (y otros fluidos). Cuando escuche a algún zángano diciendo "se la di por adelante", pensaré "el idiota cree que dio algo y no sabe que se lo sacaron, pobre". Quizás, para cambiar las cosas haya que empezar por cambiar la perspectiva.

Por último, chicas, la próxima vez alguien les diga "tenés olorcito a vainilla" y ustedes no estén usando perfume, replantéense seriamente vuestra higiene personal.

Y hablando del cambio de perspectiva, les dejo un videíto para que se entretengan.


lunes, 22 de agosto de 2011

#@*%"!!! (freedom)

Ni ayurveda, ni infusiones de hierbas, ni meditación. Nada tiene el poder curativo de una buena puteada gritada en el momento preciso. Putear es un acto catártico, una válvula de escape que tendríamos que usar más seguido. Bueno, yo lo hago tan a menudo que mucha gente se escandaliza y hasta me ha señalado como víctima del síndrome de Tourette.

Pero en el otro extremo, las personas que creen en la existencia de las malas palabras son unas reprimidas y se están perdiendo de buena parte de nuestro idioma, tan rico en expresiones arrebatadas, tan liberador, tan... de puta madre!

Roberto Fontanarrosa dijo que "hay palabras, palabras de las denominadas malas palabras que son irremplazables, por sonoridad, por fuerza, algunas incluso por contextura física de la palabra. No es lo mismo decir que una persona es tonta o zonza que decir que es un pelotudo". Como otras tantas veces, vuelvo a coincidir con él: cada vez que me hice puré el dedo chico del pie contra la pata de la cama, el caramba no me sirvió para un carajo. MieRRda, conCHa de la pata hiJA de REmil PuTas fueron los mejores analgésicos, de los que hacen que las punzadas de dolor se pierdan en el aire, prendidas de una consonante remarcada con bronca. Y esto no va sólo para los casos de dolor físico, es siempre una forma de sacar afuera la ira, la tristeza, la impotencia que, de lo contrario, nos pudren desde adentro.

No entiendo a la gente que ante una situación de mierda se limita a decir un descolorido pucha. Pero allá ellos. Lo que sí me da bronca es que miren feo a los que queremos expresarnos, porque las llamadas malas palabras son sentimientos viscerales y no pueden suplirse con otros vocablos, teniendo en cuenta que el lenguaje -de por si- ya tiene muchos límites. No es necesario retacearlo más como lo hacen quienes se dedican a poner malditos raios hijos perra cuando doblan películas al español neutro o, directamente, soso.

Así, quiero redondearles el concepto a los pacatos que últimamente me han dicho "desagradable", "guasa", "mal hablada". Honestamente no me importan sus medidas opiniones, ni pienso dejar de expresar lo que se me de la gana. Sáquense los palos de sus respectivos culos, mándenme a la mierda si algo les molesta, y ahí capáz que charlamos.

Y como dijo un sabio chino, go fuck yourselves. Au revoir!


1° N. de la R: uno de mis dealers, el querido Le Fer Net -con quien nos conectamos telepatéticamente-, posteó hoy una breve catarsis puteadora en su blog. Causalidades de la vida.


2° N. de la R: esto es un intento desesperado de conseguir una columna propia en Ámbito Financiero, como el Tano Pasman. Sí, yo también se putear, señores.


viernes, 19 de agosto de 2011

Hoy (the inner old lady)



Hoy me salió mi primera arruga. Me levanté esta mañana, y estaba ahí, en la parte superior de la frente. Junto a un granito, para que sea un poco más irónico. Me puse triste, antes era una línea de expresión, pero ahora se niega a desaparecer por más cara de poker que ponga.
Lloré. Fui al baño y me restregué la cara con todas las cremas que tengo en el botiquín, en medio de un arrebato de desesperación, apelando a la magia que venden por catálogo. Pero no funcionó; hoy abandoné del todo mi tibia creencia en las soluciones exprés.
Y yo, ingenua, que pensaba que esto nunca me iba a suceder. En realidad, sabía que pasaría, pero no sabía cómo. Imaginaba que la primera marca aparecería en un tiempo muy lejano -algo así como cinco años-, que sería una pequeñita pata de gallo, de esas que salen de tanto reír. Pero no. Se ubicó bien arriba, casi en el nacimiento del flequillo, de esas que salen de tanto preocuparse.
Me encontré todo el día intentando en vano frenar ese impulso de arquear las cejas mientras leo o escribo, mientras saco y pago cuentas, mientras me esfuerzo en el gimnasio, mientras pienso qué voy a hacer con todo lo que tengo que hacer. Me encontré a todo el mundo preguntándome “¿estás triste?”, “¿estás chinchuda?, “¿qué te pasa?”, “ni ahí que salimos, ¿no?”. Sí, me encontré.
Este día entendí de que la vieja que todas llevamos dentro está peleando por salir, que le quitó los lapicitos de colores a mi nena interior. Y bueno, veintiseis años es demasiado encierro para cualquiera, así que hoy le doy tregua, hoy tiene el día libre. Hoy. Pero mañana será otro día, el mañana no les pertenece a los gerontes. Y ya la voy a agarrar, ¡vieja de mierda!

miércoles, 17 de agosto de 2011

La delgada línea (life is so unfair)

“El mundo es de los audaces”, dicen por ahí. Una frase bastante ambivalente, según mi parecer. Si tomamos la palabra audaz como valiente, emprendedor, resuelto, todavía puede llegar a considerarse una afirmación políticamente correcta, incluible en algún libro de proverbios, de esos que tenemos en los anaqueles junto a las obras cumbres de Osho, Agugero, Poso, y otros pensadores que calan hondo.

En cambio, si interpretamos ese adjetivo como sinónimo de descarado, arribista, avivado caradurahijoderemilputas, el enunciado se torna una triste descripción de la realidad. Cuántas veces, mientras esperábamos para rendir un exámen tuvimos que soportar a compañeros que salían del aula con una sonrisita banana jactándose con un “zafé porque me la chamuyé a la vieja”, o ver cómo un salame consigue un puesto de jerarquía en una empresa porque juega al rugby con el gerente, cuando había por lo menos cinco personas en la lista de espera, que se ganaron el lugar por mérito propio.

Pero si quieren un ejemplo con nombre y apellido, apliquen la frase a lo que narraré a continuación. Hoy, mientras navegaba por la red, me encontré con el habitual pescado podrido que flota por ahí, pero el bagre que más irritó mi nariz fue el recientemente afamado Tano Pasman. Este energúmeno volvió a ser noticia porque Ámbito Financiero lo contrató para que escriba una columna futbolística (queda claro que cualquier ámbito es ahora financiero), siguiendo la campaña de River Plate en la B Nacional.

Detesto recurrir a lugares comunes pero... ¡qué fucking país generoso (con algunos, obvio)! Y si esta vez me pongo seria es porque algo hizo CRACK en mi cabeza; sí, por la indignación se me partió el cráneo en mil pedazos. Quizás la raíz de mi enojo tenga que ver con que hace cinco años que trabajo en un medio periodístico -en el cual sigo pagando derecho de piso-, sin tener en cuenta los varios años de facultad (me da vergüenza decir cuántos) especializándome en el rubro, trabando relación con decenas de personas capaces que todavía no lograron entrar a laburar en un diario con mínimas condiciones dignas. Y resulta que un buen día, un dolape tristemente célebre por putear al televisor mientras sufría un encuentro de balompié sin saber que estaba siendo filmado, tuvo el tupé de aceptar el honor -no ad honorem- de tener una columna propia en un medio nacional, privilegio antes reservado sólo para las mejores plumas de las redacciones.

Díganme si esto no es un claro ejemplo de audacia. Hay que tener agallas para tener una reputación basada exclusivamente en un ataque de ira al mejor estilo neanderthal y, sin embargo, aceptar escribir a título personal una columna en un diario leído por miles de personas léidas. Hay que ser valiente... o pelotudo, la diferencia es una delgada línea de merca. Dicen que a los boludos les falla ese mecanismo de defensa conocido como miedo. Y este Pasman -parece que la boludez se transmite por el apellido- no tiene miedo a perder la poquita dignidad que le queda.

No crean que me olvido de los genios directivos del diario, no. Aplauso para ellos, por seguir alimentando este sistema injusto y por seguir rellenando espacios valiosos con mierda. La culpa no es del chancho.

Sé que abundan ejemplos como este en la tele, la radio, la música, pero éste me molestó mucho en lo personal, ya que al tipo le llovió del cielo un sueño que yo atesoro desde hace años. Pero bué, qué se le va a hacer, m'hija.

Yo -chica mesurada, si las hay- pensaba que el sólo hecho de escribir este blog ya era una terrible caradurez de mi parte, pero por lo visto no me llevó muy lejos. De ahora en más, subiré mis posts a iutúb. Yo también quiero decir the world is mine.

Hasta la vista, baby!

miércoles, 10 de agosto de 2011

Conspiración (The Broken Back Army)

Cada mañana, cuando voy a trabajar, paso por un local -no se si llamarlo negocio- que me llama la atención. Es un salón grande, vidriado, y lleno de camillas que -creo- vibran. “Un spa o algo”, pensarán quienes no pasaron por allí. Creo que “o algo”, definitivamente.
Hay varios faltantes que indican que no se trata de un spa: no hay muebles de caña, velas, hornillos de esencias, ni boludeces orientales a la vista; no hay masajistas; el nivel de privacidad es nulo y, lo más importante, no hay cuarentonas regias, sino que parece que reclutaron a ancianas de la cola del Pami.
Y rescato el verbo “reclutaron”, porque después de darle vueltas al asunto, comencé a sospechar que se trata de un ejército en ciernes: sí, ya lo bauticé The Broken Back Army. Según fuentes poco confiables, serían camillas masajeadoras para aliviar los dolores de espaldas, y las señoras irían allí -provistas de una mantita- a apaciguar sus padecimientos ante la mirada curiosa de los transeúntes.
Pero a mi no me joden. Esos son artefactos demoníacos, creados por la CIA para practicarles cocowash a las doñas y mandarlas a misiones suicidas (total ya tienen la espalda hecha mierda).
A todo esto hay que sumarle que en otro sector del salón hay sillas plasticas y una pequeña tarima, desde donde el o la oradora de turno arengan a las tropas de señoras mientras éstas esperan su turno para acostarse en las regias camillas. Las amenizan con chistes, las motivan a hacer palmas con alguna canción de Diego Torres, les cuentan la historia de cómo un chino de buen corazón diseñó ese aparato para mejorar la calidad de vida de su madre, pero ésta le rogó que difunda la buena nueva por todo el planeta (o eso entendí un día que no me aguanté y me quedé escuchando en la puerta).
Ahora que releo todo lo que puse (además de darme cuenta de que debería dedicarme a otra cosa), creo que también podría tratarse de una secta.
En fin, si quieren entender las (aparentes) incoherencias que acabo de escribir, les recomiendo que vean este video, y díganme si no tengo razón.



martes, 2 de agosto de 2011

Apología prosáica (parole, parole, parole)

...hoy te voy a pedir que cambiemos tanto verso por una prosa. Que sea espontánea, libre, de corrido. Saquemos el artificio de sobra, imaginemos que existe un lenguaje en estado puro o acerquémonos un poco a lo imposible. Dejemos que los espacios nazcan cuando nos bese el silencio y la métrica se adapte a la partitura. Escribamos sin respetar el margen, afuera de la hoja, sobre la mesa, en el piso, las paredes, en nuestras frentes. Y que cuando nos lean en voz alta se estremezcan, aunque no entiendan. Dibujemos letras blancas, redondas. Silbemos la música sin compás de la poesía. Actuemos cada verbo hasta el hastío, saquemos adjetivos rozando el arco de un violín, gimamos sustantivos que no sean necesarios. Andemos por las sendas del doble sentido y soñemos una casa donde nos abriguen palabras hermosas -arándano, pianoforte, madreselva-, sonoridades en todos los idiomas. Llevemos esta prosa a flor de piel, hagámosla carne, sintamos su vida propia in crescendo, en la punta de la lengua, en el oído medio, entre las piernas. Dejemos la mente bien abierta, hagamos que las palabras sean -por esta vez- deseos sinceros. Y que los deseos crucen -aunque sea hoy- esta barrera del sonido...

lunes, 11 de julio de 2011

Vademécum antropológico (safari x feisbuc)

Harta de tanta pelotudez monopolizada en un mismo lugar, decidí redistribuirla plasmando una buena dosis de la misma en un espacio al que ya no se le da tanta pelota. Sí, señores: Blogger también merece ser pelotudizado y yo me encargaré de eso (o pondré mas ahínco).

Antes de que continúe con su condescendiente lectura, debo advertirle que si Ud. está harto/a de leer pavadas a diario, aquí empachará vuestro cerebro aún más, con las mismas paparruchadas. Pero con la ventaja de que estarán catalogadas y ordenadas en un precario manual de sociología espontánea.

Reconozco que quizás alguien ya se encargó de hacer este análisis (por las dudas no lo googlearé, no quiero ceder en la tentación del plagio). También se que esto será lo que el programa de Rial es a Bailando por un Sueño -un parásito que se alimenta de una garrapata-, pero si no lo hago mi TOC no me dejará vivir; necesito darle una estructura a esta pila de información inútil.

Por esto y mucho más, me erigiré en solemne acusadora que ve el semen en el ojo ajeno y señalaré los vicios que pude identificar en los demás. Convertiré esta selva en un zoológico; he aquí los animales:


Barderos Virtuales.
Son los que están a la expectativa de lo que publican los demás para hacerles objeciones, atacar, o comentar “qué lástima que no exista la opción 'no me gusta'”.


Comentaristas Compulsivos.
Ni bien terminás de colgar algo en tu muro, ya te comentan una pelotudez. Estos especímenes quedan especialmente en evidencia cuando colgás un enlace de alguna nota perodística cuya lectura no puede tomar menos de 5 minutos pero, a los 30 segundos de haberlo posteado, ellos ya te hicieron un comentario vago como “muy cierto”, “tal kual”, etc. En realidad no les importa tu publicación, sólo quieren que se note su presencia.


Consigneros del Día.
Sus publicaciones nunca tienen menos de 8 comentarios. Parece que lo primero que hacen cuando madrugan es ponerse a rebuscar entre sus ideas alguna cosa original que poner en sus muros para enganchar a la gente y mantener su popularidad.


Gorilas en Red.
Son un fenómeno de este último tiempo. Antes estaban ocultos, pero con la llegada del caralibro se sacaron las máscaras y dejaron al descubierto su verdadera -y lamentable- forma de pensar.


Exhibicionistas Empederidos.
Cuentan el tamaño, forma, consistencia y aroma de sus deposiciones. Anuncian dónde, con quién y qué están haciendo. Si les duele el meñique, todos nos enteramos y muchos lo acompañan en su dolor con un simple :( como comentario, ya que no les importa pero igual quieren comentar (ver Comentaristas Compulsivos). Cuelgan fotos de lo que acaban de cocinar con un infalible “nche c/ amigos en ksa. sale pizza d atun!!!!..” -nótese el odioso 'sale', término mocesco tan de moda. Mención especial para los fans de las aplicaciones “My Mood” y “La Meteo del Humor”.


Gustadores Sin Criterio.
Les gusta desde “Tu hermana sin depilar en tanga”, pasando por “Poné me gusta si también hacés pancitos de mocos en la clase de Geometría” -entre otras cosas por el estilo escritas con horrores de ortografía- y llegando a “Mauricio Macri (político)”. Aunque, pensándolo bien, hay cierta coherencia en medio del aparente eclecticismo.

Gustadores Sosos. Este es un tipo especial de agradadores, podría etiquetarselos como puramente pedorros. Sólo le ponen el pulgar arriba a fotos de bebés con los culos entalcados, panzas de embarazadas a punto de explotar, caniches posando junto a un florero tornasolado, y consejos espiritualoides de Claudio María Domínguez. Ah, y si comentan, ponen “Que el cielo derrame bendiciones sobre ti”.

Vj's Frustrados. Son MTV rejects. Sólo cuelgan videos de bandas sacados de Youtube para hacer alarde de su buen gusto musical (Pink Floyd y The Beatles son los artistas más posteados en estos casos) o falta del mismo (Arjona, Justin Timberlake, Jorge Rojas, rock chabón).


Voyeurs
. Si bien todo aquel que tiene una cuenta en esta red social tiene un poco de mirón, los Voyeurs son gente bastante fácil de identificar, ya que generalmente ni siquiera ponen una foto en su perfil. No comentan, ni publican nada. Sólo quieren ver a los demás (incluso a gente a la que agregaron al azar), pero sin ser vistos. Y si entrás a su perfil para devolverles el favor, encontrás que sus únicos retratos son bandejas de desayunos artesanales y ropa traída de La Salada, imágenes en las que fueron etiquetados por microemprendedoras amigas.

La lista todavía tiene vacantes, pero voy a dejarla aquí nomás, no vaya a ser que la paja se me clave en el ojo propio. Y yo sin colirio...

jueves, 30 de junio de 2011

Life as a cliché 1 (“T-chín”)

Hay una serie de clichés cinematográficos que anhelo con ansias que sucedan en mi vida real -porque en la imaginaria ya no caben más, hasta los empecé a repetir. Vale aclarar que muchos no pertenecen a ninguna película en particular, sino que son producto de mi imaginación -o fueron retocados por la misma-, que está en constante feedback con el séptimo arte. Porque me gusta imaginar que soy la protagonista de mi propia vida. “T-chín!” (Nota: esta onomatopeya aparecerá al final de cada frase, escena o personaje candidato a ser incluido en el guión de la película pochoclera que jamás escribiré).
Uno de mis sueños más recurrentes es bajar de un Corvette (t-chín) junto a un muchacho alto, rubio y musculoso (t-chín, t-chín), entrar a un restaurant de poca monta, situado junto alguna carretera que atraviese el desierto de Arizona (t-chín, t-chín, t-chín), y que una camarera whitetrash llamada Loretta nos sirva café mientras le guiña el ojo a mi novio y masca chicle cuan rumiante en celo (t-chín, t-chín, t-chín, t-chín); él le sonríe, le toca el culo y yo les sampo la taza de café a ambos. Me acomodo los lentes de sol, y salgo disparada hacia el horizonte en mi bólido rojo, mientras les muestro el dedo del medio por el espejo retrovisor (tsunami de t-chín's).
Otra escena que se repite desde mi infancia es la celebración (?... !) de mi funeral: una tarde lluviosa (t-chín, t-chín) una pompa fúnebre marcha apesadumbradamente, llevando mi féretro, vestidos todos de negro -las mujeres, con velos- (t-chín, t-chín, t-chín) mientras suena de fondo el Adagio de Samuel Barber (t-chín, t-chín, t-chín, t-chín,), y toda la gente que fue mala conmigo (por lo general, mi pobre madre) echa un puñadito de tierra sobre mi cajón mientras la culpa les carcome el interior (orgasmo de t-chín's). Lástima que no voy a estar viva para ver esto.
Pero el mejor de los cichés es discutir acaloradamente en français con Vincent Cassel, y concluir todo con un “je t'adore, mon amour” (+ un french kiss).

Continuará... (t-chín!)

jueves, 16 de junio de 2011

A gift (from you)

Cada vez que me vienen ganas de llorar para las que no tengo lágrimas, cuando las agujas me pinchan la piel desde adentro, esas noches en que la garganta se sacude en espasmos vacíos, yo tengo un as debajo de la manga. Una amalgama de recuerdos tuyos, reminiscencias de esa noche y del monólogo que le dedicaste a mi autómata -que sólo te devolvía monosílabos-, la despedida antes del “Hola!”, el paseo por Almafuerte, el abrazo frente a la puerta, las lágrimas en el piso mientras me descalzaba las sandalias rojas, y mi estropajo comiendo una Tita en algún banco de plaza.
No importa qué haya pasado en mi día, cuántos amigos haya perdido, ni los cachorritos aplastados por doscientos conductores imprudentes. Nada, pero nada, me ayuda a llorar como lo hace tu involuntario y valioso regalo, que primero no supe aceptar. Gracias. De veras.

domingo, 5 de junio de 2011

Felicidad y sinsentidos (texto sans goyette)

Además de grandes cantidades de calorías, grasas trans, puteríos y fugas de capitales, las cenas con amigos traen aparejadas cosas positivas: risas, confidencias, proyectos, nuevos amigos. Cosas por las que valen la pena engordar, tener colesterol, chusmear (sí, sí, el puterío hace mal), y quedar en bancarrota.
Últimamente, casi todas las noches me alimento (?) a base de pizzas, sandwiches, alcohol y otras porquerías carísimas que, sin embargo, me aportan felicidad.
Dicen -y cada día estoy más segura de ello- que la felicidad no es un estado permanente, sino pequeñas dosis de placer/bienestar/paz que se intercalan con cansancios, ansias, aburrimientos, enojos y tristezas. Y eso es lo que trato de inyectarme.
Otra cosa, juran que mientras menos sabe uno, cuando menos piensa, más feliz es. Por ende, cuando soy feliz no estoy con todas mis luces prendidas. O sea que la felicidad es un fluir del sinsentido.
Acerca de la felicidad también afirman que la misma no se puede comprar con dinero. Pero, digo, si pago pizza para tener una excusa para juntarme con amigos para ser feliz: ¿no estoy comprando -aunque sea indirectamente- felicidad junto con esas porciones de comida chatarra?

Cadena de sentido viciosa: 1) Tener dinero no hace a la felicidad. Pero gastarlo ¡cómo ayuda! 2) Es al pedo hablar sobre algo que no tiene sentido (como la felicidad), por lo que leer esto también es perder el tiempo. 3) El tiempo es dinero, así que estás perdiendo platita. 4) Con ese dinero, podrías estar ayudando a tu felicidad. 5) Leer esto no tiene sentido, pero tampoco te hace felíz. 6) No todo lo que no tiene sentido es felicidad. 7) Ya me cansé. Me voy a comer una hamburguesa.

jueves, 14 de abril de 2011

Do re mi (faa, pifié la nota)

Si todas mis personalidades fueran acordes musicales, seguro que una de ellas sonaría como un mi dominante. Sí, porque hay una yo dominante. Con un poco de autoindulgencia, la describiría como analítica, realista, egoísta y represora; en fin, lo que en lenguaje coloquial se denomina mala onda. No aflora siempre, pero cuando aparece crea un potente campo gravitacional que absorbe hasta la luz de mis otras Lu(s). Pero repele al resto de la gente.
Una noche de estas estaba en un antro de mala muerte -aunque nunca me pareció del todo mala la idea de morir allí- cuando, de forma insesperada y sin vaselina, mi dominante comenzó a dar la nota. Pero antes de continuar tengo que darme un changüí: se conjugaron varios factores que atrajeron su presencia.
En primer lugar, cerveza tibia y un lemon champ que no asentaron nada bien a mi estómago. En segundo, una muchedumbre fumadora que empujaba, sudaba, pellizcaba nalgas y frotaba partes. Y tercero, un culo enfundado en un pantalón blanco se coló a los sacudones dentro el grupete del que yo formaba parte. Detrás de ese trasero poco agraciado apareció un pendejito bastante desgaciado haciéndose el gracioso. Y bueno, ahí se produjo mi cortocircuito interior.
Es cierto que lo que acabo de describir es una escena de lo más corriente en las noches de cualquier ciudad de estas latitudes litoraleñas con olor a pajonal; pero esta vez fue más fuerte que yo. Capáz que me estoy volviendo vieja, y ya no tengo ganas ni fuerzas para pelear contra la yo dominante. O tal vez el tipo me parecía feo y grasa, nomás.
La cuestión es que en ese momento tenía ganas de que al boludito lo parta un rayo [y que a su culito lo parta otra cosa]. Qué los hace pensar que el hecho de estar en un pub los habilita a hacerse los chistosos, a decirte “mala onda” cuando no te conocen -ni saben qué mierda te pasó en el día-, a juzgarte, a manosearte, a obligarte a gustar, a inmiscuirse en tu espacio personal, a no pedir permiso siquiera. En fin, cosas que en cualquier otro momento del día los haría comerse un buen cachetazo aderezado con puteadas.
En ese momento, la mi dominante se abstrajo de las circunstancias y arruinó la armonía, dejando perplejas a las demás personas que me acompañaban en ese momento, quienes dudo que algún día terminen de descifrar la rara sinfonía que llevo dentro. Y al notar que la supremacía de la dominante generaba tensión y no daba con la tónica, las otras yo empezaron a suplicar que deje escapar una sonrisita, aunque sea. Que mueva las cachas. Que se tome algún trago. En fin, que ponga en el pentagrama algún do, re, fa, sol, si. O un mi natural. Pero no. La dominante estaba emputecida, no iba a dar el brazo a torcer, ni a disimular la cara de culo que me afloraba. Por lo que la mejor opción fue retirarme del lugar y no embarrarle la noche al resto de la gente que, al parecer, estaba dispuesta a interpretar el rol que la noche impone en estas latitudes litoraleñas con olor a pajonal.
A modo de conclusión, tengo que reconocer que no hay cierre para este breve relato lleno de nudos y ningún desenlace. En vez de eso, dejaré que lo anterior sirva de pie para una útil advertencia: a veces desafino. Sépanlo.

domingo, 20 de marzo de 2011

Brainstorm II (preguntontas existenciales)

¿Por qué a las depiladoras les gusta escuchar Arjona mientras trabajan? | ¿De dónde salen las pelusas? | ¿Qué pretenden ustedes de Isabel Sarli? | ¿Cuándo me voy a recibir? | ¿Alguien vio la cara de la esposa del ingeniero Blumberg alguna vez? | ¿De dónde salió el mito de que a las mujeres no nos duele golpearnos en la zona genital? | ¿Cómo encuentro a un tipo que no tiene facebook ni está en la guía? La pregunta anterior, ¿me convierte en una acosadora? | ¿A quién se le ocurre aplicar el adjetivo 'hermosa' al sustantivo propio 'Jennifer Aniston'? | Karen Carpenter pregunta: ¿por qué los pajarillos aparecen de repente cada vez que estás cerca? Y yo: ¿se lavará la cabeza con shampoo de alpiste? | ¿Cuál es el motivo por el que algunas mujeres se ponen las corbatas de sus amigos o parejas cuando se arma el bailongo en los casamientos? | ¿En qué momento la búsqueda de la perfección comenzó a denominarse obsesión compulsiva? | ¿Está comprobado que si comés sandía con vino te morís? | Pero, posta ¿creen les queda sexy ponerse una corbata con el rostro de Curly estampado? ¿O piensan que es un accesorio mágico que hace lucir divertida hasta a la rubia bronceada más platinada? | ¿Y para qué sirven las hamacas para celulares? ¿Es importante que nuestros teléfonos móviles estén bien hamacados y amenizados? ¿Acaso los celulares pasaron a ser una suerte de tamagochi que necesita alimentarse y divertirse para no morir? ¿Ya no alcanza con cargarles la batería y evitar tirarlos al piso, pedazos de fetichistas? | Además del nombre y de los integrantes de la banda ¿cuál es la verdadera diferencia entre Estelares, Los Tipitos, y NTVG? | ¿Quién fue el ser malévolo que inventó esa cosa castradora y frustrante llamada Megavideo? | ¿De qué culo fue cagado Mario Mactas, el opinólogo de TN? | ¿Por qué pierdo el tiempo preguntándoles a ustedes, si Google y Wikipedia pueden responderme sin juzgar?

lunes, 14 de marzo de 2011

Q.E.P.N.D. (bella pérdida de tiempo)

Una de estas tardes me hallé perdiendo el tiempo. Tirada perpendicularmente sobre la cama paterna, los brazos extendidos hacia atrás, los ojos llorosos por encarar el ventilador, las piernas estiradas, la mente artificialmente despojada de preocupaciones, la cabeza echada hacia un lado. El ombligo a la intemperie.
Me asaltó la desesperación por ese castigo autoinfligido de quedarme inmóvil, estática, mientras el universo batía su vorágine a mi alrededor. “Vas a llegar tarde”, gritaron desde la cocina. No me importó, o hice como si. Me relajé a propósito, focalizándome en el yo-ahora-no, proyectándome en un hilo suelto de la sobrecama.
En eso estaba, cuando de la nada cayó un mosquito agonizante. Se desplomó a dos centímetros de la hilacha. Dio unos cuantos tumbos y se arrancó una pata. Lo odié pasivamente, extasiada ante el espectáculo de su muerte -que era también la muerte. Extendió el pico con el que alguna vez perforó carnes tibias. Le acerqué mi dedo para que se lleve un buen trago antes de cruzar el portal del merecido averno; lo rechazó rotundamente y siguió revolcándose. Se arrancó otra pata. Y un ala. Yo me limité a mirarlo fijo, para ver si así podía extender su agonía. Dió resultado; doblé la apuesta y le silbé un réquiem.
Sanguinetti -así lo bauticé- se retorció más fuerte. Imploró por una palmada redentora o un chorro de flit certero, gritó con su voz ínfima, me suplicó entre convulsiones. Yo, titánide vengativa, castigo de los más débiles, sonreí. Sonreí con una mueca gioccondesca, aguantando la respiración, cediéndole toda mi energía ociosa para que recupere fuerzas, y sufra un poco más. Pero el ventilador, un ser sin alma, se apiadó de él. Lo empujó lejos de mi vista, para que no pueda torturarlo más. Cerca de la hilacha quedaron los miembros cercenados de Sanguinetti. No me animé a tocarlos y giré la cara hacia el techo.
“Vueltera, siempre llegamos tarde por tu culpa”, volvieron a gritarme. “Andate vos”, retruqué. Se escuchó el portazo. A falta de víctima volví a fustigarme; perdiendo el tiempo plácidamente, condenándome a la inercia.

martes, 8 de marzo de 2011

Otra vez crisis (Fill in the blanks)

Siempre las buenas ideas se me ocurren cuando estoy lejos de la computadora. Creo que los textos de este blog acreditan ese postulado. Sin embargo, ultimamente he tenido una serie de ocurrencias breves-pero-afiladas que se me olvidan por no anotarlas a tiempo.


Esa sensación es algo muy complejo de describir. Un sabor agridulce escondido en algún rincón de la materia gris, una leve reminiscencia de satisfacción provocada por una chispa intelectual que se diluye en la bronca de no poder recordar qué era, agravada por la certeza de que era algo bueno. Y, cuando va a desaparecer del todo, vuelve apenas tibia, como para constatarme que existió; pero lo suficientemente fría para que me resigne ante el hecho de que no encenderá ninguna fogata.


Y así estoy ahora, persiguiendo los rastros de este afán, la estela de su perfume. Robándole letras a la Gata Varela, llenando líneas sin sentido, esperando que las ideas regresen, se dignen a aparecer. A telefonearme -aunque sea-, cuales hijas pródigas a la senil madre que represento. Pero no. Los blancos están allí. Y hay que llenarlos con vómito de palabras vacías, a falta de ideas.


La batería de la notebook pide que la alimente. El tiempo se escurre. Sigo tecleando con los dedos; mis manos se transforman en dos chamanes sioux que bailan deseperadamente bajo el efecto del peyote, rogando que las nubes tormentosas cubran el cielo desierto y que lluevan ideas sólidas. O gaseosas, para tomarlas con sorbete.


No hay caso, no pasa nad... aunque... ¡SÍ, YA ME ACORDÉ DE UNA!: Si un hombre se llama Teodoro, lo más probab[Low battery]

jueves, 20 de enero de 2011

Annoying facts (brainstorm)

Vidrieras que exhiben uniformes escolares en enero. Arjona. Las veredas de calle Carbó, tan angostas. Sobreabundancia de banditas musicalmente simplonas. El piano desafinado. Arena en el ombligo. Valeria Lynch parece un trava en ese poster. Terminé el libro, y se terminó el mundo. Descubrir que tiene mal aliento. No soy tan original. Joaquín Sabina. Caca de bebé en el piso. Pacatos con alergia a las malas palabras. Mi cuerpo no deja de despelecharse. No tengo patio. Falta un año para las vacaciones. Y no estoy cerca del mar. Escapes de autos. No conversamos más. El mosquito dejó ronchas. No tengo patio. Caca de paloma en el pelo. Kilos extra. No tenían del color que buscaba. Marcela Morelo. No entienden mi humor. Besitos sopapas de una parejita salame. Fulbo'. Doesn't speak english. Debo una materia. La mancha no sale del todo. Tengo que, pero no quiero. “La lección de piano” doblada al gallego. No puedo volver atrás en el tiempo. Pelado cara de culo que no sabe manejar. Caca de perro en la suela. Viejas falsas que dicen “que-ri-da”. Poetas nickeros baratos. Cerveza caliente. Gorilas feos. Granito en la espalda. Viejos verdes. No conozco Londres. Ni Bariloche. Dice pa' en vez de para. Nubes en un día de playa. No me queda como al maniquí. Es toquetón cuando saluda. Demasiadas trancas y cerraduras. Billy Cristal no se jubila. Infobae. Olor a chivo cebolla. Arjona. Conversciones sobre bebés. Arjona. ¡¿Mi segundo nombre tenía que ser Sabina?! Sí.

lunes, 3 de enero de 2011

Debe y haber (Felisa Memuero)

Terminó el 2010. ¡Vaya, qué noticia!, dirán ustedes. Y yo les diré: vaya, nseacagar. Es una forma de introducir el tema que voy a desenrrollar.

El rollo es así; cada vez que termina un período del calendario gregoriano -que no es otra cosa que el año comercial- la gente empieza a hacer balances en lo tocante a su vida personal. No entienden que la tierra es redonda, y por ende no se puede establecer un punto de partida desde que empezó a girar. En las esferas, no hay puntos de referencia, como sí los hay en los ángulos de un prisma. Si el globo gira ad eternum, ¿cómo se determina cuándo y dónde comienza o concluye una vuelta? Salvo que se decida arbitrariamente, y haya que crear un mes que varíe entre los 28 y 29 días, un norte, hemisferios y latitudes, para que la tierra, el sol, y la luna se amolden a las necesidades mercantiles de nuestro insignificante planeta.

Además, si se pudiera establecer ese punto, ¿qué carajos importa?

Como se habrán dado cuenta -por los desvaríos que regurgité en el párrafo anterior-, no soy astrónoma. Pero tampoco soy contadora, aunque el 95% restante de las personas parezca una horda de amateurs de la contabilidad.

Me molesta sobremanera que piensen en su vida -y en la de los demás- como una hoja dividida en debe y haber, en activo y pasivo, que se hace borrón y cuenta nueva al cabo de doce meses.

También descreo que el año pueda tener entidad como la tiene una persona. Ser bueno, malo o, incluso, feliz. ¿Feliz año nuevo? ¡Si recién empieza! ¡está en pañales, posiblemente defecados!

Felices pueden ponerse quienes se reúnen a festejar con la excusa de que estrenarán nuevo almanaque. Felices -o ilusos, tal vez-, porque creen que el nuevo calendario traerá cosas positivas, como por arte de magia. Cada comienzo de año, la misma euforia por el período que arranca. Cada fin de año, el mismo desdén por el que termina.

Sé que sueno como una resentida, pero prefiero que me llamen realista. Sigo opinando que el año, de por sí, no es bueno, malo, ni feliz, ni nada. Nuestras vidas, que no se cuentan por años, sino por vivencias, pueden ser buenas, malas, felices. O nada. Y es inadecuado repensarlas en función de un puto almanaque. El 31 de diciembre, no es (ni deja de ser) el mejor día para reflexionar. ¿Por qué no un 4 de octubre, o un 7 de marzo?

Realmente, nunca pude hacer un “balance” de mi vida. Me resultaría deprimente. Prefiero, como dice una muy querida amiga mía, sentarme en el fluir de la misma (de la vida, no de mi amiga). Disfrutar los momentos, o sufrirlos, y esperar que terminen.

Y hacer planes, sin ponerles fecha. Hacerlos, y ejecutarlos sobre la marcha, en la medida de lo posible. Porque no tengo tiempo, tengo vida.