Además de grandes cantidades de calorías, grasas trans, puteríos y fugas de capitales, las cenas con amigos traen aparejadas cosas positivas: risas, confidencias, proyectos, nuevos amigos. Cosas por las que valen la pena engordar, tener colesterol, chusmear (sí, sí, el puterío hace mal), y quedar en bancarrota.
Últimamente, casi todas las noches me alimento (?) a base de pizzas, sandwiches, alcohol y otras porquerías carísimas que, sin embargo, me aportan felicidad.
Dicen -y cada día estoy más segura de ello- que la felicidad no es un estado permanente, sino pequeñas dosis de placer/bienestar/paz que se intercalan con cansancios, ansias, aburrimientos, enojos y tristezas. Y eso es lo que trato de inyectarme.
Otra cosa, juran que mientras menos sabe uno, cuando menos piensa, más feliz es. Por ende, cuando soy feliz no estoy con todas mis luces prendidas. O sea que la felicidad es un fluir del sinsentido.
Acerca de la felicidad también afirman que la misma no se puede comprar con dinero. Pero, digo, si pago pizza para tener una excusa para juntarme con amigos para ser feliz: ¿no estoy comprando -aunque sea indirectamente- felicidad junto con esas porciones de comida chatarra?
Cadena de sentido viciosa: 1) Tener dinero no hace a la felicidad. Pero gastarlo ¡cómo ayuda! 2) Es al pedo hablar sobre algo que no tiene sentido (como la felicidad), por lo que leer esto también es perder el tiempo. 3) El tiempo es dinero, así que estás perdiendo platita. 4) Con ese dinero, podrías estar ayudando a tu felicidad. 5) Leer esto no tiene sentido, pero tampoco te hace felíz. 6) No todo lo que no tiene sentido es felicidad. 7) Ya me cansé. Me voy a comer una hamburguesa.
Me pasa lo mismo, morfar y chusmetear es lo mejor. Y si, no hay que pensar, la ignorancia es felicidad segun dicen. Me hubiera gustado nacer un poco mas hueca :P
ResponderEliminar