“El mundo es de los audaces”, dicen por ahí. Una frase bastante ambivalente, según mi parecer. Si tomamos la palabra audaz como valiente, emprendedor, resuelto, todavía puede llegar a considerarse una afirmación políticamente correcta, incluible en algún libro de proverbios, de esos que tenemos en los anaqueles junto a las obras cumbres de Osho, Agugero, Poso, y otros pensadores que calan hondo.
En cambio, si interpretamos ese adjetivo como sinónimo de descarado, arribista, avivado caradurahijoderemilputas, el enunciado se torna una triste descripción de la realidad. Cuántas veces, mientras esperábamos para rendir un exámen tuvimos que soportar a compañeros que salían del aula con una sonrisita banana jactándose con un “zafé porque me la chamuyé a la vieja”, o ver cómo un salame consigue un puesto de jerarquía en una empresa porque juega al rugby con el gerente, cuando había por lo menos cinco personas en la lista de espera, que se ganaron el lugar por mérito propio.
Pero si quieren un ejemplo con nombre y apellido, apliquen la frase a lo que narraré a continuación. Hoy, mientras navegaba por la red, me encontré con el habitual pescado podrido que flota por ahí, pero el bagre que más irritó mi nariz fue el recientemente afamado Tano Pasman. Este energúmeno volvió a ser noticia porque Ámbito Financiero lo contrató para que escriba una columna futbolística (queda claro que cualquier ámbito es ahora financiero), siguiendo la campaña de River Plate en la B Nacional.
Detesto recurrir a lugares comunes pero... ¡qué fucking país generoso (con algunos, obvio)! Y si esta vez me pongo seria es porque algo hizo CRACK en mi cabeza; sí, por la indignación se me partió el cráneo en mil pedazos. Quizás la raíz de mi enojo tenga que ver con que hace cinco años que trabajo en un medio periodístico -en el cual sigo pagando derecho de piso-, sin tener en cuenta los varios años de facultad (me da vergüenza decir cuántos) especializándome en el rubro, trabando relación con decenas de personas capaces que todavía no lograron entrar a laburar en un diario con mínimas condiciones dignas. Y resulta que un buen día, un dolape tristemente célebre por putear al televisor mientras sufría un encuentro de balompié sin saber que estaba siendo filmado, tuvo el tupé de aceptar el honor -no ad honorem- de tener una columna propia en un medio nacional, privilegio antes reservado sólo para las mejores plumas de las redacciones.
Díganme si esto no es un claro ejemplo de audacia. Hay que tener agallas para tener una reputación basada exclusivamente en un ataque de ira al mejor estilo neanderthal y, sin embargo, aceptar escribir a título personal una columna en un diario leído por miles de personas léidas. Hay que ser valiente... o pelotudo, la diferencia es una delgada línea de merca. Dicen que a los boludos les falla ese mecanismo de defensa conocido como miedo. Y este Pasman -parece que la boludez se transmite por el apellido- no tiene miedo a perder la poquita dignidad que le queda.
No crean que me olvido de los genios directivos del diario, no. Aplauso para ellos, por seguir alimentando este sistema injusto y por seguir rellenando espacios valiosos con mierda. La culpa no es del chancho.
Sé que abundan ejemplos como este en la tele, la radio, la música, pero éste me molestó mucho en lo personal, ya que al tipo le llovió del cielo un sueño que yo atesoro desde hace años. Pero bué, qué se le va a hacer, m'hija.
Yo -chica mesurada, si las hay- pensaba que el sólo hecho de escribir este blog ya era una terrible caradurez de mi parte, pero por lo visto no me llevó muy lejos. De ahora en más, subiré mis posts a iutúb. Yo también quiero decir the world is mine.
Hasta la vista, baby!
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