martes, 2 de agosto de 2011

Apología prosáica (parole, parole, parole)

...hoy te voy a pedir que cambiemos tanto verso por una prosa. Que sea espontánea, libre, de corrido. Saquemos el artificio de sobra, imaginemos que existe un lenguaje en estado puro o acerquémonos un poco a lo imposible. Dejemos que los espacios nazcan cuando nos bese el silencio y la métrica se adapte a la partitura. Escribamos sin respetar el margen, afuera de la hoja, sobre la mesa, en el piso, las paredes, en nuestras frentes. Y que cuando nos lean en voz alta se estremezcan, aunque no entiendan. Dibujemos letras blancas, redondas. Silbemos la música sin compás de la poesía. Actuemos cada verbo hasta el hastío, saquemos adjetivos rozando el arco de un violín, gimamos sustantivos que no sean necesarios. Andemos por las sendas del doble sentido y soñemos una casa donde nos abriguen palabras hermosas -arándano, pianoforte, madreselva-, sonoridades en todos los idiomas. Llevemos esta prosa a flor de piel, hagámosla carne, sintamos su vida propia in crescendo, en la punta de la lengua, en el oído medio, entre las piernas. Dejemos la mente bien abierta, hagamos que las palabras sean -por esta vez- deseos sinceros. Y que los deseos crucen -aunque sea hoy- esta barrera del sonido...

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