martes, 13 de diciembre de 2011

Biutirrest


El viento embaraza la cortina y ella me roza los pies con su cuerpo hilado grueso, pariendo desesperadamente todos esos hijos del aire. Los recién nacidos se arremolinan en mi cuello, en mis brazos, pasan debajo de las rodillas. No dejan de llegar -ya perdí la cuenta-, y son todos iguales, pero cada uno me sopla un recuerdo distinto: algunos mezclados con el futuro, otros que quizás inventé. El aire fresco adorna las ideas, y el celeste luminoso me hace feliz en los ojos. Las siestas marinas son escasas en este litoral; es un desperdicio dormir. Mejor sentir esos violines perfectos, soñar con las olas, respirar el perfume que dejás en la almohada, y abarajar los rayos de sol que se cuelan con cada bebé.

2 comentarios:

  1. me gusta me gusta :)


    (no estoy tan inspirada para hacer un comentario más profundo..jaja)

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  2. Merci beaucoup!

    (en francés suena más original, oui oui)

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