Tuve que escribir porque no podía dejar pasar que el día esté amarillo y haya cosas fuera de lugar. Es sacrílego olvidar que se descubren hechos inesperados y uno revive para contarlos. Si el viento libera a las bufandas de tener que oprimir cuellos, la cola del banco es divertida, la mugre dibujó una paloma en la ventana y me sentí feliz, es porque desperté. Sería egoísta no compartir la buena nueva: que las cosas por fin vuelven a estar donde nunca las dejaron. Y que eso es poesía; y darse cuenta, la locura. Ver que alrededor las cosas se mueven, se salen, se saltan de lugar, aunque los ciegos se empeñen en llamarlo delirio. Comprendí que “de poeta y de loco” es una redundancia. Que, además de la máquina de coser, la mesa de disecciones y el paraguas, hay tresmildoscientosochentaycuatro encuentros fortuitos posibles. Lo bello es un patrimonio que la humanidad se resiste a aceptar. Yo me hice cargo de un poco.
"Comprendí que de poeta y de loco es una redundancia"
ResponderEliminarNo me voy a cansar de decir, cada vez que lo lea, ¡GUAU!
Salud vía SF City,
y gracias por el add!