miércoles, 17 de febrero de 2010

Porque me gusta (¿Por qué me gusta?)

Advertencia: este texto es sólo una nota estúpida que enumera los gustos y pareceres pseudo onanísticos de la doxoadicta, que no le importan a nadie más que a ella. Léalo bajo su propio riesgo. O, si prefiere, al costado.

“¿Por qué me gusta?”. Es una pregunta que me ha atormentado desde los comienzos de mi humanidad. Hay ropa, situaciones, obras, personas, comidas, colores, lugares que me gustan o agradan, y cuando quiero dar cuenta del por qué, no puedo dar una explicación satisfactoria ni para mí, ni para los demás.

Parece que sólo debería conformarme con disfrutar de la presencia, proyección, o interacción con el objeto/ sujeto de mi afecto. Palo y a la bolsa. Y es una excelente idea, eh. Pero, casi siempre me vienen esas ganas estúpidas de analizar el por qué, sin sesgos psicologistas (¡ni siquiera eso!), sino desde mi perspectiva de doxoadicta, que llega a conclusiones sin sustento, en base a mis encubiertamente caprichosos dictámenes.

Y bueno, he aquí algunas explicaciones que, más explicaciones, son un catálogo de cualidades que esas cosas deben tener para gustarme, y sólo provoca que vuelva a repreguntarme el por qué hasta el infinito.

Pero como soy valiente (o porque no tengo excusas), reconozco mi frustración ante el intento de hallar respuestas a tamaña pregunta existencial.

A continuación, describo por qué me gustan determinadas cosas, aunque realmente esté respondiendo qué cualidades me gustan de los objetos/ sujetos en cuestión.

Noche: me gusta tanto, que al día le pondría una inyección letal. La noche me agrada porque el sol no me encandila; es fresca; ya no estoy en el trabajo; el cielo es azul profundo; se ven las estrellas; las sombras envuelven la vida con un halo de misterio; puedo tomar cerveza sin que me miren feo (como me sí me pasó la otra mañana); porque puedo dormir seis horas de un tirón; los autos no hacen tanto barullo; porque puedo leer un libro sin que me llamen, me jodan, me pellizquen o me tiren pedos; porque se ven los Ovnis; porque es cuando la gente está más desocupada y puedo encontrarme con familiares/amigos/gratos conocidos; porque me puedo esconder en la oscuridad y asustar al que pase cerca; porque el jazmín del patio emana más perfume; porque tiene sentido mirar una peli de terror.

Helado de crema (excepto sambayón, pistaccio, y la barra de veneto): es dulce; refrescante; me da un “masoquistita” dolor de cabeza; no tengo que masticarlo (porque se toma, por supuesto); generalmente se consume en una ocasión o celebración especial; pone en alerta todas las áreas de mis papilas gustativas; es suave; cremoso; me genera expectativas mientras como la comida; y es (¿no lo mencioné?) rico, rico, rico ríííííícoooo… mmm. ¡Rico!

Azul: me trae nostalgias, es el color del cielo y del mar, da la sensación de profunda calma, es bastante combinable, da nombre a una pegajosa canción de Cristian Castro; creo que es el color del infinito; su nombre, en inglés, hace referencia a un hermoso género musical.

Bach (Johann Sebastián, no el de Juan Salvador Gaviota): su música es a la vez matemática y sentimental, todas sus composiciones valen la pena de ser escuchadas, sus armonías no tienen comparación, con sus escalas cromáticas sentó las bases para la música que lo sucedió (incluso, aunque me cueste reconocerlo, Arjona y Palito Ortega), todos le copian y nadie se da cuenta. Si no te gusta Bach, tenés tubérculos creciéndote en los oídos.

Cerveza: es dorada, me entretiene ver como suben las burbujitas e hilera para formar la espuma, tiene un delicioso dejo amargo y miles de vestigios de sabor, me pone contenta, se toma de noche, se toma con otra gente, fortalece los huesos, y genera la mayoría de las publicidades originales y no detestables que puedan verse en televisión.

Mar (excepto del Plata): va y viene, no tiene camalotes ni víboras, es azul, me deja perpleja en su inmensidad, no se ve la otra orilla, es majestuoso, las olas me salpican desde lejos, no corro riesgos de que un sorete me pase nadando cerca (como en los riachos serranos), siempre hay viento cerca del mar.

Gente que me agrada: me gusta escuchar lo que tienen para decir, aunque no sea sabio ni profundo, pero son buenos relatores/as, saben convertir lo rutinario en una artesanía, como mínimo.

Bueno, como ya no tengo ganas de seguir escribiendo ovarieses, hasta acá llegué.
Y sólo puedo agregar que la mejor respuesta a mi pregunta es: ¡Porque me gusta, carajo!

1 comentario:

  1. Pero claro, carancho!Que es eso de andar dando explicaciones?No no no. Gusta. Y punto.

    Esto me gusta. Y punto. El escrito, que quede claro.

    Y al final, la orientación es... Doxa!Recién caigo.Cómo no elegí esa yo también?!

    Un abrazo, Atix

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