Ustedes se preguntaron: ¿a quiénes
bardea la bardeadora?, ¿cómo?, ¿para qué? Todos estos
interrogantes tendrán respuesta aquí, en la segunda entrega de
Doxificadora investiga II.
Algunos sostienen que Rosa Anacleta
Gómez es jubilada y no tiene nada más que hacer. Otros, simplemente
la califican como una “vieja chota y jodida”.
Lo cierto es que esta mujer acecha
entre los panteones putrefactos como su alma y no tiene respeto por
los deudos de los fiambres. Así lo confirmó la consternada Dora
Viuda de Bertelorti, quien días atrás enterró a su marido, Dante
“Batata” Bertelorti.
“Esta mujer se apareció en medio del
servicio fúnebre de Batata. Empezó a insultarme, agitando los puños
cerrados, empujando a los que me acompañaban, escupiendo sobre la
tumba de mi difunto esposo. Pero como el maldito me metió las
guampas hasta el último momento, no me afectó tanto como podría
haberlo hecho”, relató la despechada viuda.
El caso de Dora de Bertelorti es uno de
los tantos ocurridos en el cementerio de Paranó, tanto es así que
muchos deudos comenzaron a llevar sus tomuers a cementerios privados.
Este dato, aparentemente inocente y
casual, es crucial para desentrañar el tercer interrogante: ¿con
qué fin bardea Rosa?
Esta cronista recurrió a los archivos
de la Cámara de Enterradores, Lloronas y Propietarios de Cementerios
de la Provincia de Bituinrrivers, donde pudo confirmar sus sospechas:
Rosa Anacleta Gómez es propietaria del cementerio privado Jardín
del Eterno Reposo Libre de Bardeadoras, ubicado a las afueras de
Paranó.
Lo que comenzó como una pequeña
empresa de lo macabro (sí, comprar y vender parcelas para ir a
caerse muerto es macabro), tras la aparición de la bardeadora
terminó convirtiéndose en un verdadero pool de siembra de huesos.
Tanto es así, que Monsanto está interesado en invertir en el
negocio.
Tras tamaño descubrimiento por parte
de esta paladini de la justicia, varios familiares de tomuers
decidieron presentar una denuncia ante la justicia, quien detuvo a
Gómez por competencia desleal.
Mientras era arrestada, Rosa sólo
atinó a decir: “Y me hubiera salido con la mía si no fuera por
esta mocosa entrometida y su estúpido perro”.
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